Milicia

Por equipe do Dicionário de Favelas Marielle Franco

Esta entrada es una traducción de Milícia.

Milicia es una entrada que reúne conocimientos de estudios e investigaciones, desde diferentes puntos de vista, que buscan conceptualizar y situar la actuación, en territorio brasileño y originalmente en el estado de Río de Janeiro, de grupos ya definidos como «organizaciones paramilitares que involucran directamente a agentes vinculados al Estado», «grupos de exterminio», «parte muy orgánica de maquinarias políticas que actúan en grandes áreas de grandes ciudades y metrópolis», que actúan en consorcio con narcotraficantes, y «grupos criminales formados y dirigidos por agentes de seguridad del Estado».

Autor: Información reproducida por el Equipo del Diccionario de Favelas Marielle Franco. Fuentes: investigación realizada por Marcelo Burgos y José Cláudio Souza Alves[1].

Sobre[editar | editar código-fonte]

La milicia constituye, sin duda, una de las amenazas más graves para la democracia brasileña, especialmente porque su actuación se concentra marcadamente en los territorios populares, principalmente en favelas y periferias de las regiones metropolitanas. Aunque su presencia se ha hecho más evidente en Río de Janeiro, hoy en día se puede hablar de un fenómeno nacional que compromete el acceso de la población a derechos básicos de libertad y, especialmente, a los derechos políticos.

¿Qué son las milicias? (1)[editar | editar código-fonte]

 Marcelo Burgos

La dificultad para delimitar conceptualmente lo que es una milicia revela por sí misma la complejidad de la cuestión, pues muestra un fenómeno en constante mutación. Originalmente, las milicias se confundían con otras formas urbanas de organizaciones paramilitares que involucraban directamente a agentes vinculados al Estado, siendo muchas veces tratadas como antiguos grupos de exterminio, generalmente compuestos por miembros de la policía militar, que actuaban al servicio de empresarios y comerciantes de una determinada región.

Sin embargo, poco a poco quedó claro que se trataba de un fenómeno nuevo. Alrededor del año 2000, se observó que en algunas favelas surgía un tipo de organización que, a diferencia del narcotráfico, se destacaba por construir un tipo de dominio militar, económico y político con prácticas totalitarias. Compuestas generalmente por expolicías y exbomberos militares, aunque con facilidad para relacionarse con miembros activos de estas corporaciones, las milicias se presentaron inicialmente como grupos paramilitares que mantenían alejados a los traficantes de su área de control. Con esta narrativa, lograron disputar un espacio simbólico de legitimidad ante la población local, reivindicándose como protectores de la seguridad en las localidades donde actuaban.

Con esta imagen, contaron con el apoyo explícito o tácito de autoridades locales y estatales, incluidos gobernadores. Gradualmente, estos grupos acumularon poder económico, generalmente a partir del control de tierras, el comercio de gas, el transporte clandestino y otros nichos lucrativos en territorios populares. Junto con este dominio económico, ganaron también el control de la vida asociativa local y el manejo del voto de la población. Así, las milicias se convirtieron en parte orgánica de maquinarias políticas con presencia en amplias áreas de grandes ciudades y metrópolis. Adaptándose constantemente y aprovechando cualquier oportunidad de negocio, estos grupos han evolucionado y, en muchos lugares, se han fusionado con los mismos grupos de narcotraficantes que pretendían combatir. De hecho, hay evidencias de alianzas entre ambos tipos de organizaciones.

Por otro lado, su presencia en la vida política de ciudades como Río de Janeiro está profundamente arraigada en cámaras municipales y la asamblea legislativa, donde participan activamente en los procesos electorales. Además, es notorio que las milicias han expandido sus territorios de actuación, imponiendo violentamente su dominio incluso en barrios de clase media baja de los suburbios. Las reacciones contra este control territorial han sido esporádicas y carentes de continuidad. Un ejemplo fue la CPI de las Milicias, conducida en 2008 por la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, que resultó en un informe liderado por el entonces diputado estatal Marcelo Freixo, sugiriendo diversas medidas importantes para combatirlas. Sin embargo, tras la publicación del informe, las milicias retomaron su expansión con mayor fuerza.

Más recientemente, bajo la intervención federal en la seguridad pública de Río de Janeiro, se llevaron a cabo varias operaciones militares contra las milicias, aunque muchas fueron frustradas por filtraciones de información. Por su capilaridad, capacidad de resistencia, presencia insidiosa en la política, brutalidad violenta y tentáculos en los poderes gubernamentales, las milicias representan, sin duda, una de las amenazas más graves para la democracia brasileña.

¿Qué son las milicias? (2)[editar | editar código-fonte]

 José Cláudio Souza Alves

Las milicias son grupos criminales formados y dirigidos por agentes de seguridad del Estado: policías militares, policías civiles, bomberos y guardias municipales, en asociación con civiles. Su objetivo es obtener ganancias económicas, políticas, sociales y culturales a través de la venta de servicios como seguridad a comerciantes y residentes, transporte, eliminación de desechos en vertederos y acceso a canales de televisión por cable; o bienes como terrenos, inmuebles, gas, agua, cigarrillos y productos básicos. Estos grupos establecen el control y el monopolio de servicios y bienes mediante el control armado de favelas, comunidades, barrios y ciudades.

Historia[editar | editar código-fonte]

Su origen se remonta al surgimiento de los Escuadrones de la Muerte en los años 60, en plena dictadura empresarial-militar de 1964, posteriormente conocidos como Grupos de Exterminio, que realizaban ejecuciones sumarias de supuestos “delincuentes” y cobraban tasas de seguridad en la Baixada Fluminense. En ese momento, agentes del Estado realizaban los homicidios, empresarios financiaban el esquema y el régimen dictatorial proporcionaba apoyo político, traducido frecuentemente en absoluciones judiciales. A partir de la década de 1980, con el fin de la dictadura, se comenzaron a incorporar civiles a estos grupos bajo la dirección de agentes estatales. En los años 90, trayectorias exitosas como matadores en la Baixada Fluminense se tradujeron en victorias electorales para cargos municipales y estatales. A mediados de esa década, comenzaron a emerger liderazgos autoritarios en ocupaciones urbanas de la Baixada Fluminense y la Zona Oeste de Río, que dieron origen al modelo actual de las milicias.

Experiencia del crimen organizado y agentes estatales[editar | editar código-fonte]

Las milicias representan una acumulación de las experiencias del crimen organizado gestionadas por agentes estatales. El conocimiento del espacio, las dinámicas políticas locales, las instituciones, los recursos ambientales y la legislación vigente han sido determinantes para su consolidación.

Consulte también[editar | editar código-fonte]